En defensa de las Certificaciones
Para certificar un edificio LEED, un profesional tiene que haber llevado a cabo no solo un examen para ser acreditado, sino tener los conocimientos (títulos universitarios o masters) y prácticas de diseño y construcción sustentables adecuados. Así podrá asesorar al cliente de la mejor manera, para lograr que su edificio consuma menos recursos naturales de los que habitualmente lo hacen con las actuales prácticas de diseño y construcción, muchas de las cuales enuncia correctamente el arquitecto Rodríguez Alonso.
La certificación LEED logra este objetivo con un alto porcentaje de satisfacción. Hoy, en Argentina, existen 12 edificios certificados y más de 60 en proceso de certificación; mientras que en Latinoamérica las certificaciones superan los 400 edificios. En EE.UU. y en el mundo, estos certificados, más los registrados en proceso de certificación ascienden a 25.000. Estos números hablan por sí solos. Siempre habrá detractores de ideas que llevan un alto grado de innovación. LEED innova ya que al estudiarla y aplicarla enseña de qué manera se pueden hacer las cosas más eficientes y sustentables. LEED no es perfecta y es perfectible. Cada dos años aproximadamente se revisan los estándares y se lanza una revisión de la versión anterior. En EE.UU. los costos de certificación LEED son mínimos o casi nulos; en algunos casos, porque han logrado que la cadena de abastecimiento y producción o fabricación se adapte a los nuevos requerimientos del mercado sustentable y porque las normas a las que se refiere la certificación son aplicadas desde hace mucho tiempo en ese país. Y se cumplen.
¿Por qué certificarse? La certificación permite establecer liderazgo nacional en la industria de la construcción y el mercado inmobiliario, validar logros mediante un proceso de revisión externo, calificar para incentivos, promociones y premios privados y públicos; contribuir con la creciente base de conocimientos de edificación ecológica y obtener la placa de certificación LEED y el certificado oficial.
Para cada tipología de edificios (oficinas, interior de oficinas, edificios existentes, escuelas, hoteles, barrios privados, viviendas, etcétera) existen normas que permitan ser elegibles para la certificación LEED.
La disminución del consumo de energía, del consumo de agua potable, el uso de materiales renovables, el apropiado manejo del suelo, los efluentes y el adecuado tratamiento del medio ambiente tanto durante el período de construcción como en los posteriores y largos años de la operación son hoy elementos imprescindibles en el desarrollo de nuestra sociedad.
Desde Argentina Green Building Council hemos visto crecer este mercado desde nuestros inicios como institución, y al mismo tiempo hemos visto decrecer los costos de certificación en proyectos de una misma índole. No entraré en detalles o haré referencia a los costos de certificación porque cada proyecto es diferente a otro y cada propietario tiene sus propios números y podrán llevar acabo su propio análisis.
Para entender LEED hay que estudiarla y conocerla, por lo menos. Una de las tantas estrategias sustentables que promueve la certificación es la de la interacción entre iluminación natural y artificial, y a través de varias herramientas homologadas, se pueden anticipar ahorros significantes en consumos eléctricos incorporando luz natural. Sin mencionar, por supuesto, la calidad ambiental interior que se logra con luz natural (productividad y salud). LEED premia la incorporación de estrategias de diseño sustentable –luz y ventilación naturales, orientación del edificio, etcétera– otorgando puntos por el ahorro energético y salud de los ocupantes, entre otros. Para proyectos ubicados en terrenos encerrados y con un programa estricto donde el diseño no permita dar ventajas en cuanto a estrategias de aprovechamiento de luz natural, LEED da la posibilidad de incorporar ahorros a través de tecnologías que aprovechan la luz solar y/o térmica (paneles fotovoltaicos, entre otros). El objetivo es la reducción del consumo eléctrico. De cómo se logre dependerá del programa arquitectónico y bolsillo del propietario.
Entonces sólo queda decir que todo intento de construir sustentable es bienvenido.
Desde todo lugar, el cambio de los paradigmas de la construcción debe ser una obligación para todos aquellos que trabajamos en esta industria. Por ello, desmerecer un sistema de calificación de sustentabilidad es un esfuerzo sin resultado a la vista, mucho más si no se lo conoce en profundidad.:
Fuente: http://www.argentinagbc.org.ar
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