POR PAULA BALDO - PBALDO@CLARIN.COM -
20/04/15
Un grupo de diseñadores y estudiantes realizó el ejercicio de intervenir objetos de producción industrial para personalizarlos, emulando la práctica popular del tuning en los automóviles.
“Los 'tuners' se apropian de los autos, uno de los objetos icónicos de la producción industrial, para ajustarlos a su gusto. De ahí nace la idea de considerar al tuning como la expresión de una suerte de resistencia a la estandarización que se impone por la economía de consumo”, señalan Rodolphe Dogniaux y Marc Monjou, los curadores de la muestra “Tu nais, tuning, tu meurs” (Naces, tuning, mueres) que tiene lugar en el Museo de Arte e Industria de Saint-Etienne (hasta mediados de junio).
La exposición, que también formó parte de la 9° Bienal de Diseño de esa ciudad francesa, reúne el trabajo de 60 diseñadores que “sacuden los límites del diseño”, según la definición de los curadores. Ellos se propusieron mostrar cómo desde el “tuning”, una práctica popular que no goza de buena reputación por ser considerada algo vulgar, se puede revisar y cuestionar la relación entre la sociedad y el diseño industrial.
Con esa premisa, y con límites difusos entre el diseño y el arte contemporáneo, la exhibición reúne objetos, videos, fotografías e instalaciones que llevan a esta práctica algo devaluada a un escalafón artístico.En algunos casos, la relación con el mundo automovilístico es literal, con propuestas que reelaboran, por ejemplo, la gráfica de las revistas de tuning, los equipos de audio exagerados, alerones reinventados para otros fines e instalaciones lumínicas (neón incluido). En otros, la alegoría es más sutil y se advierte en la intervención del artista sobre un objeto de diseño de producción en serie para activar un nuevo discurso, para expresarse.
Caladora en mano. El colectivo de diseñadores Superflex tomó una réplica de la silla Ant (Jacobsen, 1953) y la transformó recortando partes del asiento y respaldo en un intento de “corregir” el diseño original. De esa manera, una imitación de producción masiva de este clásico del diseño se convierte en una pieza única.
Intervención digital. Al manipular digitalmente un modelo 3D, Caroline Garnier modificó la lámpara Lampan, las más vendida por IKEA. “Al corromper el código binario del archivo numérico con un editor hexadecimal, puedo cambiar las informaciones correspondientes a los vectores 3D y generar imperfecciones”, explica Garnier. Pero esas alteraciones desestabilizan y modifican las líneas del objeto por lo que el resultado se vuelve impredecible. De ese modo, la diseñadora se apropió de esos defectos para crear una nueva forma de materialidad, la 1.2 Lampan, mediante la impresión tridimensional.
Mesa alerón. El diseñador alemán Konstantin Grcic es reconocido mundialmente por combinar en su trabajo la rigurosidad formal con la agudeza mental y el humor. Con la mesa Jetdog (soporte de aluminio laqueado y tapa de vidrio), Grcic alude a la forma en que el diseño gráfico del equipamiento que involucra al “tuneo” hace referencia a la performance.
Eslabón perdido. Un animal imaginario, un ser producto de la perfección de la naturaleza, al que se le suma un “accesorio” que rompe con su esencia. Ese es el punto de vista del artista francés Samir Mougas.
Del auto al living. El sonido de un motor de 12 cilindros puede ser escuchado como si fuera una verdadera sinfonía, un sonido muy difícil de imitar”, argumenta el diseñador Mirco Pecorari sobre la idea que lo inspiró para desarrollar el IXOOST, un reproductor para ipad que tiene la estética de un motor. El equipo se puede armar a partir de varias configuraciones, la más simple cuesta 5.200 euros.
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