Una solución verde y ondulada
Cómo conciliar autos, colectivos, las grandes dimensiones de un centro
de exposiciones y de un centro de convenciones, toneladas de asfalto y cemento
con más y mejores espacios verdes. Este era el gran desafío que planteaba el
concurso nacional de anteproyecto convocado por el Gobierno porteño y
organizado por la Sociedad Central de Arquitectos. Y que buscaba darle una sede
definitiva al Centro de Exposiciones y Convenciones Ciudad de Buenos Aires y
aprovechar para suturar la herida paisajística que hay entre el Parque Thays y
el Parque de Naciones Unidas (donde está la Floralis Genérica), a la altura de
la Facultad de Derecho. Un lugar privilegiado de la Ciudad que hoy presenta
desperdigados y casi abandonados el eternamente provisorio Centro de
Exposiciones, unas terminales de ómnibus y playas de estacionamiento con las
poco simpáticas grúas del STO.
A primera vista, agua y aceite. Sin embargo el trabajo ganador de este
certamen realizado por el equipo de arquitectos liderado por Edgardo Minond
demuestra que una buena idea plasmada en un buen proyecto puede hacer coexistir
realidades aparentemente irreconciliables. La propuesta vencedora plantea
generar un gran manto verde que integre el actual Parque Thays con el de la
Flor y el edificio de la Facultad, formando así un gran parque urbano que aloja
por debajo, semisumergido, el nuevo complejo de exposiciones, el de
convenciones, las respectivas playas de maniobras y los estacionamientos, a la
vez que prevé una zona con terminales de colectivos y una nueva estación del
subte H.
Este original manto que funcionará como techo verde y paseo público es
digno de una crónica marciana. Mezcla de natural y artificial, tiene una sucesión
de ondonadas por las cuales se podrá circular y a su vez al estar agujereado
como un rayador por lucarnas bañará de luz natural el edificio subterráneo.
El ingreso al conjunto se hará por una explanada, mezcla de rampa en
zigzag y escaleras, que desciende al corazón del complejo, un gran foyer
sumergido a seis metros bañado por los reflejos de un espejo de agua y jalonado
por inmensos maceteros urbanos que permiten preservar árboles existentes. Este
espacio de gran altura se conecta con la sala plenaria del centro de
convenciones, que tiene una capacidad para 5 mil personas, y con el centro de
exposiciones. Para integrar aún más este edificio topográfico con los parques
circundantes y para sortear el flujo vehicular de la avenida Figueroa Alcorta,
replicarán el puente peatonal que une Derecho y el Museo Nacional de Bellas
Artes con otro que ira a la altura del Palais de Glace, casi a la altura del
Monumento a los Vascos.
La presentación realizada por el equipo ganador cuenta con gran cantidad
de planos, renders (fotos) y sugestivos croquis que van contando el proyecto a
través de los recorridos. Y reconoce el legado de varios proyectos no
realizados para la zona y algunas referencias arquitectónicas como las de los
edificios enterrados en el verde del argentino Emilio Ambasz o la de los techos
ondulantes –también verdes y con lucarnas– que usó Renzo Piano en la Academia
de las Ciencias de California, San Francisco.
Si bien estaba previsto que este concurso de anteproyectos fuera a dos
vueltas, para el jurado fue tal la consistencia y la ventaja que sacó el equipo
ganador, que con la primera presentación alcanzó. Obrando en consecuencia,
otorgó un solo premio y cinco menciones. Y desechó la posibilidad de dar un
segundo y tercer premio que fueran al repechaje, a competir en una segunda
vuelta. Seguramente una decisión valiente, jugada y extrema que ya generó no
pocas polémicas.
Fuente: Clarin ARQ POR BERTO GONZÁLEZ MONTANER
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