miércoles, 15 de enero de 2014

ARQUITECTURA

La casa de la cascada (1935)
Frank Lloyd Wright



La Casa de la Cascada, la Casa Mito, la obra residencial por excelencia del siglo XX, es el efectismo máximo en obra de arquitectura, de gran belleza, que aparentemente y debido al impacto buscado por Wright nos deslumbra pero que precisamente por eso, y  debido a su interés, debemos de tratar de analizar con perspectiva no artística, sino desde la integridad de la buena arquitectura y su eficacia.

Partiendo de una gran admiración tanto por el arquitecto como por la belleza de la obra, es por lo que la emplazamos como Obra de Arte y por lo que le hace daño a la Historia de la Arquitectura si se la analiza como Obra Arquitectónica, entendiendo que esta solo puede ser aquella que es poética, suma indisoluble de Verdad (constructiva), Bondad (funcional) y Belleza (razón geométrica).

El trinomio paisaje, agua y arquitectura evoca necesariamente a la Casa de la Cascada o Fallingwater, la casa que Frank Lloyd Wright diseñara para el comerciante y filántropo Edgar J. Kaufmann en 1935, en Pennsylvania, Estados Unidos.

La Casa de la Cascada, la residencia privada más famosa del siglo XX, pretende  armonizarse con su entorno natural proponiendo una sucesión de volúmenes que dan la impresión de levitar sobre el agua. Como dijera Franklin Toker (2) en su Fallingwater Rising, “Visitar la Casa de la cascada tiene poco que ver con arquitectura o ingeniería: la calidad que percibimos aquí es esencialmente espiritual“.

Pero aquí buscamos, analizamos y hacemos crítica de arquitectura, no de puro efecto sensitivo alejado de la Calidad con mayúscula, que huye siempre de esa facilidad para deslumbrar.

La Casa de la Cascada sigue los principios de  la ” Arquitectura orgánica” enfatizados por el autor en su escuela y estudio Taliesin. Básicamente consiste en integrar en una unidad (edificación) los factores ambientales del lugar, uso y función, materiales nativos, el proceso de construcción y el ser humano o cliente.

Lo que nos interesa de cada edificio y nuestro punto de reflexión es saber a que nivel son auténtica arquitectura, como identidad entre estructura, forma e imagen, y es lo que buscamos en el análisis de la obra de Wright aparte del “espectáculo” de belleza gratuito del cual obviamente está colmada. Nos preguntamos si la forma es apropiada a la función, si la escala es apropiada a la forma y la función, si el orden constructivo es el adecuado y los materiales responden al lugar.

Obra muy conocida, mítica y por eso mismo objeto y necesidad  de una crítica justificada en la labor social de esta crítica cuando es verdadera, para poner en cuestión el mito asociado inevitablemente a la falta de espíritu crítico.

Y qué mayor mito que la residencia más famosa del mundo?

Se trata de una gran obra pero con evidencias de falsedad concluyente que son las que la hacen objeto interesante de un análisis pormenorizado.

La gran obra plástica de Wright, es una escultura más que arquitectura en si misma gracias entre otras cosas a sus voladizos, que maravillan en el lugar y en las fotografías pero que son más efectistas que estructurales.

Es una construcción neoplástica en cuanto a un orden previo impuesto, evidente en sus plantas celulares en las zonas de escaleras y dormitorios.

Al igual que en los primeros bocetos de Villa Mairea (3), las inspiraciones de Wright se relacionan con la búsqueda de formas de la naturaleza, persiguiendo una visión humanizada de los espacios y desligándose de la abstracción total aunque sigue guardando cierta relación con lo racional; evidenciándose estos “lugares comunes” en ambas en las plantas discordantes y el propagandismo estético exagerado de su belleza  como objeto, aunque siendo claramente la obra de Aalto “perdedora” de la comparativa.

Wright, discípulo de los grandes arquitectos de la Escuela de Chicago, como Louis Sullivan o Henry H. Richardson, tuvo influencia en casi todos los grupos de vanguardia europeos. Sin embargo, se trata de una influencia entendida en términos formales, compositivos y espaciales, sin asumir el contenido ideológico.

La modernidad de su lenguaje arquitectónico procedía de una suma de metáforas y símbolos, en los que la historia y la naturaleza constituían los argumentos decisivos de su idea del proyecto y de la arquitectura, motivo por el cual sus edificios nunca participaron de las preocupaciones racionalistas y funcionalistas de los arquitectos europeos.

Era la imagen, la forma, de la arquitectura la que podía ser manipulada para confirmar la modernidad de las relaciones entre arquitectura y máquina, entre arte e industria. Un lenguaje nuevo que, sin embargo, había nacido de presupuestos antagónicos con los de los movimientos europeos. Porque Wright incorpora esos temas para someterlos a la arquitectura, no para buscar un acuerdo, un entendimiento. Utiliza la máquina y la técnica para hacer verosímil su coloquio con la naturaleza, tratando de integrar el progreso técnico en el mito del retorno a la tierra, buscando un equilibrio antiurbano que permitiese aprovechar las ventajas del desarrollo tecnológico en el campo, en la naturaleza.

Autócrata artístico, ha llegado a ser el arquitecto populista por excelencia, consecuencia también de la soberbia autopromoción que el mismo hacía de su trabajo, como en la presentación pública de la Casa de la Cascada, evidenciando su audacia y voluntad de romper fronteras en todos los frentes, demostrando al mundo su soberbia unidad de una casa y una cascada.


1. Enclave.


Kaufmann quería ver el agua del torrente desde su casa, pero, el agua es lo único que no se ve desde los ventanales y las audaces terrazas. El agua se escucha, retumba bajo el suelo y aunque  estando tan presente no se puede ver el ruido continuo es tan ensordecedor que puede acabar siendo una tortura y haciendo que la vida en el interior de la casa se vuelva imposible.

No puede ser por tanto un buen proyecto a pesar de su belleza y efectismo estético si ya de inicio la principal función de una residencia, habitar, no puede ser realizada con comodidad. Si el buen proyecto es autónomo, La Casa de la Cascada no se debe ni obedece a su principal función.

Desde hace muchos años, La Casa de la Cascada no es una vivienda, sino un lugar de culto para los turistas fervorosos de la arquitectura.

Nueve meses transcurrieron desde la primera vez que Wright viera el terreno hasta que plasmara el proyecto en un plano. Durante ese tiempo, se han documentado por los menos tres visitas de Wright a Bear Run, en las que concebiría el edificio en su cabeza. Luego fue dibujada en tan sólo 140 minutos.

Durante ese tiempo, muchos elementos hubieron de confluir en la mente de Wright para producir un resultado tan peculiar: desde sus trabajos previos en la Casa Robie, la Casa Gale o el Taliesin (4) hasta la propia influencia de los arquitectos europeos. Desde las formas suavizadas y terrosas de San Ildefonso Pueblo que le fascinaban, hasta los dibujos japoneses de cascadas que coleccionaba producto de su viaje a Japón.


2. Influencias.


Las Casas de la Pradera (5) en las que puso de manifiesto su idea de Relación Orgánica (integración entre arquitectura, individuo y naturaleza), desarrolladas entre 1910 y 1930 definieron una forma de abordar los proyectos que influyó enormemente en La Casa de la Cascada.

Busca en el proyecto conseguir un espacio abstracto y continuo, armonizado con la naturaleza, extendiendo y acentuando los planos paralelos al suelo, usando los materiales como excusa para organizar la estructura del edificio. La construcción la levanta sobre un basamento de piedra del lugar para que forme parte de este pero con reminiscencias clasicistas. Los materiales empleados tienen aparte de su ya mencionada función ostentosa, una función ornamental y compositiva en su propia presencia.

El edificio busca inicialmente pone en práctica los principios defendidos por el arquitecto de destrucción de la caja arquitectónica, simplicidad formal, integración entre arquitectura y naturaleza, volúmenes descompuestos en planos y articulados asimétricamente.

Pero el resultado de buscar en exceso la belleza, el objeto artístico, es que la Casa de la Cascada es un edificio alejado tanto del racionalismo como de las formulaciones del Estilo Internacional, siendo un símbolo de su poética artística de la arquitectura orgánica y como tal nunca podrá ser arquitectura moderna de calidad y si un bella obra de arte.

3. Emplazamiento.


En el asentamiento predominan dos elementos, el arroyo y la cascada y los salientes de roca sobre los que se asienta la casa para destacar el medio natural y sin embargo la poderosa imagen expresiva del edificio, con volúmenes tan efectistas y planos volados, más que diluirse en la naturaleza parece someterla a la construcción.

Wright quiere mostrarnos la verdad del lugar, la casa verdadera surge de un emplazamiento específico, es lo único que nos puede mostrar arquitectura y belleza como verdades absolutas. En la Casa de la Cascada el lugar es el único para este proyecto y este inicialmente impone los materiales, la forma, el todo de la obra. Son los que son y no podrían ser otros. Otra nueva contradicción al servicio de la escena buscada por al arquitecto, censurable en cualquier caso.

El terreno en el que se ubica la casa tiene abundancia de rocas a nivel del suelo, las cuales sirven de cimentación del edificio. La zona tiene un relieve ligeramente accidentado, un bosque de árboles caducifolios que se mantiene prácticamente virgen ya que solo un camino peatonal conduce a la casa, y el arroyo, en el cual está la cascada de la casa. Del terreno del lugar se extrajeron rocas que conforman mamposterías de la parte baja de las fachadas del edificio, colocadas en ese lugar para crear una progresión desde la roca natural del suelo hasta el hormigón de las partes altas.

4. Economía.


La vivienda por el tipo de cliente que tenía y los alardes del propio arquitecto hace un importante salto adelante en el poder económico. La economía de medios inherente a una buena estrategia de proyecto no está contemplada, es más se evita en beneficio de una ostentación del poder de decisión del arquitecto y económico y de mecenas del arte del cliente.

Independientemente de usar los materiales que integraran el proyecto en el lugar, se hace todo con hormigón y piedra (materiales nobles, caros, evidencias del poder económico), lo que da una cualificación especial pero nos separa nuevamente del arquitecto poeta que piensa solo en construcción 6 y nos lleva a plantearnos…

Y si el Kaufmannn hubiera propuesto forrar La Casa de la Cascada en oro??

Servilismo al poder económico del filántropo benefactor a qué precio?

5. Neoplástico.


Existen tres niveles, con los usos dispuestos en plantas racionales. Cada uno tiene terrazas en voladizos sobre la cascada y el arroyo y una escalera exterior que los conecta, así como otra escalera, entre dos muros de piedra que permite el acceso al estanque natural bajo la casa.

Wright emplazó la casa en la misma dirección que los salientes, dinamizando el espacio mediante galerías y escalonamientos. Los muros de piedra remiten a esos salientes y a la naturaleza del lugar de la cual “nace” la casa y crean una atmósfera protegida y cavernosa. Y justo encima de la cascada, frente a la vegetación y la cañada, el plano abre la casa mediante terrazas y ventanales en los pronunciados voladizos.

El tener un orden imperativo inicial es manifiesto de la influencia neoplástica que manda sobre las plantas del proyecto, y dado que el abanico de estilismos y formalismos es amplio y plano, y puede llevarnos a plasticismos que vierten en perversiones de la forma indiferentes a la materia, es una manera de ordenar estas.

Las plantas son desiguales es disminución de orden, claridad y calidad según se va subiendo en sección, y también van siendo más celulares en la parte trasera de la mismas, en la zona anclada a los salientes de la espalda, con una disposición dentada de las piezas en esa parte trasera y en torno a la escalera. En la planta superior en la zona de dormitorios la planta es mucho menos racional y los espacios en ella están pre- encerrados hasta llegar al despacho en la tercera planta que queda como un auténtico espacio residual.

6. Espacio influenciado.


A pesar de este influjo que vemos en Wright de la arquitectura neoplástica europea y del primer racionalismo alemán, J.J.P. Oud (6) llegaría a afirmar, en 1926, que “la influencia de este genio dominó las vanguardias”.

Pero hay una diferencia fundamental entre Wright y la vanguardia europea según afirmó el propio Oud: “No obstante lo que en Wright era exuberancia plástica, sensual abundancia, ha pasado a ser en el cubismo abstinencia espiritual y ascetismo puritano; la suntuosidad que convenía a la high-life americana se vio reprimida en Europa en favor de una abstracción surgida de otros ideales”.

Wright siempre rechazó, por su parte, el racionalismo más funcionalista europeo.

En la cara norte de la casa, la opuesta a la que “vuela” sobre el arroyo, hay una serie de pérgolas a modo de toldo que transcurren desde la pared exterior hasta un talud de piedra que se eleva sobre el camino que conduce a la entrada. A este sitio se le conoce como el “bosque de la casa”. Dos pérgolas describen un arco que esquiva el tronco de dos árboles.

Este recurso, otro golpe de efecto más,  lo usó Wright para dejar claro el respeto a la naturaleza con el que está diseñada la casa. Las sombras que proyectan las pérgolas se asemejan a las de los troncos, efecto que hace que la sombra de la casa se difumine en las de los árboles. En el suelo de la terraza del despacho se dejaron dos huecos para que fueran traspasados por dos árboles. Éstos se murieron durante la construcción de la vivienda y no se llevaron a cabo dichas aberturas.

7. Estructura.


Los voladizos de la Casa de la Cascada aparte de marcar el plano horizontal de la misma eran un alarde ingenieril que permitía acrecentar el ego del arquitecto. Ya durante la obra los asombrosos voladizos de hormigón de las terrazas fueron punto de debate con el contratista que exigía su refuerzo con armados y se resistía a retirar los encofrados de la estructura.

Las previsiones de Wright para la estructura, como la lógica fuera de alardes adelantaba,  no fueron acertadas; los grandes vuelos con parte de las tensiones transmitidas a muros, algunos sobre otros voladizos, han provocado a lo largo del tiempo excesivas deformaciones y fisuras. En 1995 la Junta de Conservación de Pennsylvania encargó a Robert Silman un análisis sobre su estructura, este ingeniero llegó a comentar la gravedad de las flechas en las vigas de la casa y el peligro de desplome que suponía, por lo que se apuntaló. Años más tarde se iniciaron las costosas obras de restauración, que aun hoy en día son insuficientes ante el continuo deterioro de la construcción.

Esto nos lleva a un nuevo punto de atención en la crítica del edificio junto a la habitabilidad. La buena arquitectura, la poética, debe de tener razón funcional y constructiva, si es una vivienda deber de tener buena habitabilidad y por su puesto cualquier arquitectura debe de tener durabilidad estructural.

La identidad de verdad, bondad y belleza nos hace dudar o más bien directamente nos cuestionamos sobre el valor de una arquitectura visualmente admirable que, sin embargo, resulta ser muy frágil y que además nunca fue muy práctica para la vida de quienes debían habitarla.

8. Utilidad.


Le Corbusier, dijo, con claridad terminante, hasta con cierta crudeza, que “Una casa es una máquina de habitar”. “Bella como una máquina de guerra” que es una frase poética de Gil de Biedma. La belleza auténtica está en lo que resulta práctico y permanece útil.

La Poética implica una forma, nunca se refiere a la forma por la forma pura. Por el contrario trata de una forma determinada por materias, estructuras, tejidos, textos y contextos. El caso de la poesía es ejemplar: el significado nace de la estructura, la palabra significa en función de la estructura en que se encuentra y a la que constituye para darle otro sentido.

A través de la poética se puede conocer la determinación interna de una obra  como La Casa de La Cascada, si se trata o no de algo más que simple construcción, si es solo una obra artística. Su principal objetivo es descubrir el nivel de verdad constructiva, funcional y formal que, de modo simultáneo, alcanza el proyecto cuando estamos hablando de arquitectura moderna de calidad.

Nivel de verdad o autenticidad donde no son los efectistas elementos ni siquiera las falseadas estructuras lo principal, sino el hecho de la determinación interna de la obra, capaz de sintetizar en la poética un óptimo conjunto geométrico entre elementos, estructuras y sistemas.



9. Orden Constructivo.


El orden constructivo no es del todo adecuado a la forma.  Muros pesados de piedra de la planta primera y segunda, remarcando la identidad con la materia del lugar apoyan sobre los voladizos por lo que se genera un sobrepeso en estos y hay que reforzarlos con nervios de acero, generando una falsedad constructiva a pesar de la maravilla estética. Este es una de las grandes mentiras y contradicciones que oculta la obra.

Estos muros,  que quedan como separadores, son elementos evidentes de falseo en un análisis de las terrazas de los voladizos, apoyándose en estos, con la contracción estructural que supone. Si este voladizo tiene que soportar un peso extra que altera su condición esencial y que obliga a un refuerzo de la estructura que altera su sustancia estructural  es obvio que no había que hacer una llamada de atención sobre este, poniendo de manifiesto de nuevo el exagerado ego del arquitecto. No solo no tiene sentido hacerlo, no responde a ninguna verdad, pero mucho menos publicitarlo, hacer de la falsedad conocida elemento de propaganda de una “virtud”; desvirtúa la intención y la calidad del buscado “efecto” final.

Esta suma de giros e intenciones nunca podrá ser poética.

La poética es la responsable de racionalizar las emociones humanas. Podemos entender poética aquí como el método de obtención racional de las leyes que configuran el conjunto organizado de elementos del organismo «espacio interior» de la vivienda.

La poética como meta-método constructivo proyectual, como camino entre la Teoría y la Práctica, tiene un rasgo intelectual porque es capaz de combinar opuestos y obtener un resultado nuevo que elimina y trasciende los contrarios, haciendo nacer un nuevo todo, una nueva unidad, el buen proyecto, el proyecto necesario, el no inventado.

Usando esta poética arquitectónica damos con la clave de la calidad en el proyecto arquitectónico que es la verdad, intenta ser el que es, por lo que no ha lugar a contradicciones. Es auténtico porque alcanza a ser lo que es en potencia.

“Estructura es razón poética” que decía María Zambrano. La estructura es una primera objetividad de la forma, es lo que nos permite conocer las cosas.

10. Escala.


Se aprecia claramente en las fotografías cuando tienen personas dando escala gráfica y aun más en la realidad; como la escala del edificio, es infinitamente menos a lo esperado, dada la grandilocuencia con la que el arquitecto implanta la obra en el entorno natural y la acomete. Es más relevante en los antepechos de los voladizos, ridículamente bajos para lo esperado.

Es un gazapo del arquitecto que inmediatamente nos hace reprocharle su exceso de manipulación y arrogancia al hacer la llamada de atención sobre esos falsamente robustos y resistentes voladizos sobre la cascada.


11. Contradicciones.


La Casa de la Cascada tiene varias contradicciones, graves, que la dejan en la categoría de obra de arte a pesar de su belleza.

La primera de ellas es la influencia en las vanguardias pero solo en términos formales, compositivos y espaciales, sin asumir el contenido de estas. La modernidad procede de la suma de una suma de metáforas y símbolos, con la historia y la naturaleza como elementos decisivos del proyecto.

El edificio al final no tiene preocupaciones  funcionalistas ni racionalistas. Manipula la forma para confirmar la modernidad de las relaciones entre arquitectura y la técnica.

Utiliza la máquina y la técnica para hacer verosímil su coloquio con la naturaleza.

Tiene influencia en las vanguardias (neoplasticismo) pero Wright lo hace por exuberancia plástica en vez de por abstracción. El ya mencionado rechazo del arquitecto al racionalismo funcionalista europeo.

La Casa de la Cascada tiene valor como símbolo poético orgánico pero alejada del racionalismo y de las formulaciones del estilo internacional.  Manipula y exagera su  imagen expresiva con los volúmenes y planos volados de tal forma que al final más que diluirse en la naturaleza parece someter la arquitectura a esta.

El Mito de la “Obra de Arquitectura” por excelencia se crea al estudiarla o simplemente verla con falta de espíritu crítico.



Conclusión


Como críticos debemos de exigir calidad, que un proyecto sea poética, que sea la suma de verdad, razón y belleza. Wright fue un gran arquitecto que en algunos de sus edificios intentó alcanzar la razón constructiva, funcional y geométrica y para aprovechar  al máximo su excelencia hay que desenmascarar, es nuestra obligación,  el mito en su gran obra de arte residencial, diferenciando entre lo accesorio y lo esencial.

1. Mito del genio tanto de creación intuitiva como de alarde ingenieril cuando los voladizos después se han combado de forma peligrosa necesitando refuerzos para no derrumbarse.

2. Mito de la sinceridad. Presentaba la arquitectura y belleza como verdades absolutas; la casa surgía del emplazamiento, de las necesidades de un cliente y de la esencia de materiales y estructura para así garantizar un proyecto de calidad y sin embargo esto se manipula para sustentar un voladizo asombroso, retoca proyectos concebidos años anteriores o soluciones ideadas para otro emplazamiento que no era el arroyo Bear, falsea la escala del edificio para lograr mayor efectismo.

3. Mito de la fidelidad a la naturaleza de los materiales, usándolos en ocasiones de manera inadecuada o presuponiendo cualidades excesivas a soluciones o materiales que no estaban suficientemente ensayados como le ocurrió en la estructura.

Pero como humildes críticos debemos reconocer que en todos estos mitos que crean el Gran Mito de La Casa de la Cascada hay parte de verdad.

Es cierto que Wright tuvo la audacia y la voluntad de romper fronteras estructurales, artísticas o sociales sin que esto le llevara siempre después a ejecutar los proyectos con poética. Sin embargo consiguió ser un gran proyectista que moldeó su entorno de trabajo de manera que le permitiera trabajar como el deseaba, haciendo obras de una cierta calidad y otras, como nuestro objeto de estudio, de una gran belleza.

Su “flexibilidad creativa” tanto respecto a las condiciones del proyecto de La Casa como consigo mismo frente a la teoría de organización abstracta de espacios y estructura dada por una construcción, y una necesidad de programa para alterarla según las necesidades del proyecto o las suyas propias, lo alejan de la transformación de la realidad pura, del buen proyecto, del proyecto autológico.

La mayor falsedad está en su gusto por presentar su obra como el resultado inevitable de principios fundamentales, por querer hacer predominar sobre sus elementos iniciales el efectismo del objeto artístico creando eso si una obra de arte de gran belleza dentro de la historia popular de la arquitectura de masas.

Fuente: Cosas de arquitectos



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